Con el pecho al descubierto: !Viva la anarquía!
La sociedad española se encuentra anestesiada por un sopor agridulce que tiende a la amargura y que desciende de las falsedades históricas, económicas y políticas con que se amamanta a sus ciudadanos. Los principales adictos a las versiones académicas-mediáticas-oficiales de la realidad son los jóvenes. Toda una estructura aplastante y perfectamente diseñada se cierne sobre las conciencias para adormecerlas en una posición fetal, letal.
La falta de un exámen de conciencia histórica nos mantine petrificados.
La ausencia de iniciativa, de crítica, de lucha por el progreso social y el conformismo del tipo -yo sólo quiero salvar mi culo- se han enquistado en casi todos los grupos, en todas las generaciones. Si esta droga mortífera, que emana de una Estado procedente de la masacre, heredero del fascismo, del miedo, de la represión, del juramento monárquico a las leyes del Movimiento Nacional y de una Transición al estilo -nos bajamos los pantalones, le besamos la mano al rey y a chupar del bote como él-, no es incautada por una fuerza que irrumpa espontáneamente de la sociedad, los efectos sobre su tejido serán devastadores. No me cabe duda de que para que surja esta fuerza revolucionaria que invoco el primer paso a dar es la revisión de las interpretaciones históricas. Así como el ser humano es incapaz de avanzar en la vida si no analiza los traumas que lastran su inconsciente y los afronta usándolos como proyección en su presente, así mismo la sociedad española se encuentra paralizada por su negativa a admitir su drama histórico: que España fue hasta 1975 el reducto del fascismo en Europa y que la actual Monarquía fue instaurada por un genocida, por un compañero de matanzas de Hitler y Mussolini. Esta es nuestra más tormentosa pesadilla, la más vergonzosa a los ojos del mundo, pero no la única. También nos pesan los crímenes en América Latina, cometidos por nuestros antepasados conquistadores de horrores, que aniquilaron una cultura milenaria y sumieron al continente en una expoliación que perdura hasta nuestros días. La explotación de hombres y tierras en nombre del Imperio Español, la irrupción del absolutismo borbónico y el despreciable papel de esta dinastía con su manía por unificar un territorio plurinacional son también malos recuerdos que nos perturban el sueño, cuando no nos lo roban.
Generaciones sin horizonte.
Las tensiones no resueltas a nivel social se trasladan a las relaciones destruyendo la magia del amor y de la infancia. Los padres, incapaces de dilucidar la realidad, semiconscientes de vivir un engaño generalizado, se obsesionan en explicar la verdad de la vida a los niños. Creyéndose los adultos embaucados sin saber hasta qué punto, no alcanzan a narrar a los infantes aquellos cuentos irreales que habrían de ser la base de su seguridad de espíritu futura. De este modo minan su capacidad artística, destruyen su potencial innovador y les transmiten el cuento de la realidad oficial. Además el virus de la cobardía generalizada está tan extendido que amenaza con incubarse en las generaciones futuras.
A pesar de existir grupos de jóvenes inconformistas, organizados y con claridad de ideas, la mayoría son incapaces de hacer otra interpretación de las hechos que aquella que han leído en los libros. Y carecen de la curiosidad intelectual necesaria para leer otros libros que los oficiales, los que sólo sirven para pasar curso. Sus padres, imbuidos de la educación franquista, no han sabido darles otro fin en la vida mas que: “sácate un título, aprueba una oposición y cómprate un piso”. Todo aquél que no sigue esta máxima es visto como un bicho raro, hasta el punto de que a pesar de que nos encontramos en una economía netamente capitalista, incluso aquellos escasos que tienen la iniciativa de crear su empresa o pequeño negocio son tildados de aventureros. Los jóvenes se complacen con los beneficios de la economía liberal y, sin embargo, se obsesionan por alcanzar un sueldo fijo vitalicio. Cualquier inversión de tiempo o dinero no destinada a establecerse es vista como un desperdicio, una locura.
A esta quimera colectiva ha contribuido también una universidad apoltronada en la transmisión del saber pasado más que en la investigación del futuro, alejada de la realidad industrial y laboral, incapaz de idear contribuciones para el nacimiento de un nuevo sistema basado en la colectivización de los bienes de capital y la producción solidaria, cuando menos para dirigir la imprescindible crítica de lo establecido. Ni en la universidad ni fuera de ella, existe una clase intelectual valiente, con agallas para levantarse de la silla y alientar una revolución. Hay sólo revolucionarios de “petit comité”, de puertas para adentro; pero las opiniones que se difunden de forma abierta no van más allá de lo tolerado por el sistema. Los asientos para engrosar el culo, los estómagos llenos y los grandes sueldos han paralizado el cerebro de los pensadores. La multitud de plazas de empleo público creadas durante la monarquía han servido para sentar a aquellos que hubieran debido levantarse, tanto como para colocar a los favoritos.
Los mayores, complacidos por una pensión mensual, se niegan a admitir que el sistema que se la otorga desciende del que les robó la juventud. Los que tenían un corazón más apasionado fueron aniquilados por la represión franquista y los supervivientes se niegan a contar la verdad histórica del siglo XX a sus hijos y nietos. Tal es el miedo que les infundió el caudillo, el horror que puso ante sus ojos para sellar su silencio, tan espeluznante es, que ni se atreven a rememorarlo. Prefieren llevarse su crónica histórica a la tumba, pues además observan una juventud tan adormecida que la consideran incapaz de asimilar la verdad desnuda, fría, que albergan sus viejos recuerdos.
La anarquía no es el kaos, sinó la victoria
A nivel político, la izquierda se encuentra asimilada por el capitalismo imperante y no está libre de culpa histórica. El Partido Comunista jamás ha revisado sus traidoras actuaciones durante la revolución obrera de 1936-37. Se niega a admitir que en su obsesión de poder no tuvo reparos en frenar el auge anarquista y en seguir las directrices del estalinismo a pesar del pacto Hitler-Stalin de 1938, entre cuyas cláusulas secretas estaba probablemente la cesión de España al fascismo. Menuda casualidad que la victoria de la Guerra Civil se inclinara del lado de los rebeldes a partir del inicio de las negociaciones ruso-germanas. Estoy convencida de que Stalin usó España como un cromo para intercambiar con Hitler, mientras el partido comunista de España y la burguesía republicana asesinaban las voces anarquistas más revolucionarios y se prestaban a un juego de titanes que habría de llevar al país a la derrota. El verdadero líder de la revolución antifascista fue el anarquista Durruti. Con su muerte acabaron las posibilidades de una victoria. Sin embargo, la historia oficial se ha encargado de otorgar el protagonismo de la resistencia republicana al Partido Comunista, cuando éste protagonizó una contrarevolución en toda regla, dirigida desde Moscú y tendente a aniquilar el anarquismo y la verdadera revolución libertaria, que fue una realidad en los primeros meses tras el alzamiento rebelde, gracias al movimiento miliciano anarquista, que actuaba con una eficacia sorprendente basada en la igualdad y la ausencia de jerarquías. El anarquismo, más allá de lo que se ha echo creer, sobre todo desde la propia izquierda, jamás ha sido sinónimo de kaos, sinó todo lo contrario: del poder que tiene aunar las voluntades individuales en una conciencia colectiva de revolución, progreso social y libertad. Esta fuerza consiguió reprimir los primeros envites del fascismo rebelde y hubiera podido ganar la guerra de no ser por el afán de protagonismo de personajes que han pasado a la historia como ilustres, léase Carrillo o la Pasionaria.
Cuando, tras la muerte de Franco, Santiago Carrillo regresó del exilio y abrazó la monarquía borbónica imponiéndola en su partido, los militantes no entendían nada, no podían comprender que su líder renunciara a la República; pero aceptaron, pues la disciplina era la principal consigna comunista. No sabían, ni aún hoy quieren admitir, que sus líderes habían ya vendido la República en 1937 a cambio de casi nada, ¿qué reparo habían de tener en traicionarla de nuevo ganando una posición en el régimen monárquico?
Con estos lamentables antecedentes pendientes de revisión, es imposible que este partido o las coaliciones que promueva, tengan algún ánimo revolucionario ni la dignidad necesaria para proponer a la sociedad un nuevo modelo.
Ante este estado de cosas, ausentes los planteamientos revolucionarios, el país corre el grave riesgo de convertirse en una víctima del sistema capitalista, vía un endeudamiento desbocado que nos lleve al subdesarrollo, vía la irrupción de un régimen totalitario avalado por el capital para proteger sus intereses. Los políticos, difusores principales de la conciencia soporífera, se encuentran en estos momentos tratando de salvar cada uno sus propias nalgas, sus propios negocios. Sabedores de que no existe partido ni líder capaz de levantar el estandarte del progreso y la ilusión social, se preparan para la estampida, recogen las últimas comisiones de las obras licitadas y advierten a los empresarios-amigos que aseguren sus posiciones ante una previsible quiebra general del Estado. Por otra parte, el sector faccioso de los conservadores se prepara para su momento: introduce saboteadores en los movimientos sindicales, difunde sus ideas en medios de comunicación propios, fomenta el malestar general y no se achanta contra el sector moderado de su partido.El neofascismo gana posiciones de forma lenta, segura.
Abogo por la revolución, no dirigida por partidos o sindicatos, corruptos y adcritos al poder, sinó por la unión de las consciencias individuales despiertas, libres y nobles de corazón. Es preciso arrancarse la máscara que nos impide gritar la verdad, extraernos la coraza que nos asfixia y luchar con el pecho descubierto.
Levanto el estandarte de la anarquía, la revolución y la libertad, contra el kaos que ha provocado el orden monárquico establecido por Franco.
3 comentarios
itziar ziga -
ke ganas de conocerte en persona y de morderrrrrles juntas el ojo a todos esos vendidos
muuuuuuuuuaaaaaaaks
Rafael Pla López -
Gonzalo Almenar -
¿Si no sabemos que estamos dormidos como vamos a despertar?