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El Blog de Manuela Trasobares

Nos están exterminando

Nos están exterminando

 

     Nos están exterminando. 

     Cada día me resulta más evidente que la crisis es un instrumento de las élites para eliminar a la población sobrante según sus cálculos, empeorar las condiciones del trabajo y perpetuar el sistema capitalista bajo una nueva fórmula más lucrativa. 

     Los problemas de superpoblación ya no pueden resolverse con guerras, genocidios o hambrunas como se hizo hasta el siglo XX. Ahora han ideado sistemas más sutiles y menos vistosos. La reducción del gasto en sanidad, la proliferación de las drogas, la medicación crónica, el deterioro de la calidad de los alimentos y del agua son ahora las formas de eliminar a los enfermos, los mayores y los improductivos, también a los subversivos. Las cúpulas de poder siempre han tenido gran interés en controlar la evolución de la especie humana. La política en estos momentos consiste en ahogar a las clases que pueden resultar peligrosas para que dejen de tener hijos, empeorando su salud y sus condiciones de trabajo y de vida. Por otro lado, proliferan las sectas católicas cuya principal enseñanza es la santificación del trabajo y la fertilidad. Hay un claro interés por sustituir a la clase trabajadora por otra que bendiga las políticas de derechas y se deje atolondrar por la religión. 

     El trabajo será presentado no como un derecho, sinó como un privilegio de quienes se muestren condescendientes. Las políticas de distribución del trabajo no entran en los planes del capital, pues prefiere una escisión en la sociedad entre productivos e improductivos, de tal forma que se vea apoyado al menos por la mitad de la población, que considere a la otra como haraganes. En este sentido cabe interpretar la nefasta comparación del máximo representante del liberalismo en Catalunya, Durán i Lleida, entre los payeses catalanes y los jornaleros andaluces. La creciente creencia de que los parados lo están por que prefieren vivir a costa del estado está siendo inculcada de una forma sutil y efectiva. 

     El fin de las protestas

    Las protestas siempre son toleradas mientras conviene. En campaña electoral no quedaba decoroso desalojar las plazas ocupadas por el movimiento 15-M, pero cuando aglutinó una fuerza preocupante empezaron los porrazos, las detenciones, la tortura. Y claro, si alguien ha probado a recibir un porrazo en su cuerpo o a ser torturado en una comisaría, sabrá que por muy idealista que seas, se te pasan las ganas. Ahora se permite a los jóvenes americanos que ocupen el centro de Wall Street, hasta que su actitud se convierta en peligrosa, entonces el fascismo actuará para disuadirlos, sin duda. Una de las fórmulas más eficaces que ha enseñado la CIA a los regímenes occidentales para eliminar los movimientos anti-sistema es provocar un autoatentado y culpabilizar a los subversivos. Con ello se consigue clasificarlos como terroristas y que la opinión pública se les ponga en contra. Puesto que los medios de comunicación están controlados, es tarea sencilla. De esta forma se acabó con el resurgimiento del anarquismo en la transición española. Un grupo de policías se infiltró en la CNT y protagonizó el atentado de la Escala para desprestigiar al sindicato tachándolo de violento. 

     El nuevo capitalismo se basa en el traslado de los centros de producción hacia las zonas cuyos trabajadores exigen menos salarios y derechos y en el poder de las operaciones financieras. El interés del gran capital por que quiebren algunas economías europeas periféricas es muy alto, pues así ejemplificarán que el estado del bienestar es una utopía insostenible y podrán abordar su desmantelamiento con argumentos contrastados. Además los trasvases de trabajadores desde el sur de Europa hacia el centro forman parte de un plan de limpieza étnica que trata de expulsar a los emigrantes musulmanes a sus países de origen y sustituirlos por griegos, italianos, españoles y portugueses. Algo tiene que cambiar para que los especuladores, los políticos y los industriales puedan ganar más dinero. 

     Cuando salgo a pasear por los alrederores de mi pueblo, observo las naves abandonadas por empresarios sin escrúpulos que se trasladaron a China o a Marruecos o embargadas por bancos depredadores y me pregunto dónde está la libertad de este sistema que permite que las fábricas se caigan a pedazos mientras engrosa la lista de desempleados. Los derechos de la propiedad privada son una falacia, puesto que el capital se constituye no con el esfuerzo de un empresario, sinó con el de todo un país y sus trabajadores. Los movimientos 15-M en Europa y anti-Wall Street en EEUU deberían constituirse en una fuerza política que tuviera entre sus consignas limitar la propiedad privada y solicitar la titularidad pública o de los trabajadores de aquellos medios de producción abandonados por los especuladores. Si quieren irse a la Conchinhina por que allí ganan más dinero, que se vayan, pero sus propiedades abandonadas deben ser expropiadas y puestas a funcionar por cooperativas de trabajadores con la financiación del Estado. 

     Los movimientos anti-sistema no pueden quedarse en la simple protesta cívica. Han de plantear propuestas concretas que devuelvan la dignidad a la población. Una ley de expropiación que permita la ocupación por parte de los trabajadores de las fábricas cerradas sería un punto de partida fundamental para empezar a trabajar. Otro punto es la implantación de aranceles a la importación asiática que está destruyendo el comercio y la industria autóctonos.

     No es suficiente con solicitar que se mantengan los derechos actuales de los trabajadores. Hay que ir más allá, pedir más, para que el poder económico de la nueva era que se avecina no recaiga exclusivamente en los malhechores de guante blanco, para que el testigo del progreso y el control de la producción estén en manos de los trabajadores.

     No seamos ingenuos, la revolución es el camino para detener el exterminio que nos preparan.

1 comentario

luna -

Tienes toda la razón , bravo manuela !!